Buenos Aires bajo el agua

Un relevamiento del estado de situación a partir del testimonio de productores y asesores de las zonas más afectadas. El pronóstico de más lluvias para la primavera agravaría la situación de la región lechera responsable del 18% de la producción nacional.

Buenos Aires parece estar viviendo una muestra de la proyección apocalíptica que los ambientalistas avizoran para dentro de 300 años: un mundo bajo el agua. No hay certeza de que eso sucederá, pero hoy existen signos de que el cambio climático está dando una prueba extrema a los productores bonaerenses. Luego de salir de una sequía que provocó pérdidas estimadas en 3.100 millones de dólares en cultivos como soja y maíz, ahora les toca ver sus tambos inundados. Según las estimaciones de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires
y La Pampa (Carbap), hay alrededor de 11 millones de hectáreas afectadas, aunque la cifra oficial sólo reconoce 3,5 millones. Lo cierto es que hoy los productores se despiertan cada mañana preguntándose qué hacer con sus rodeos lecheros, cómo lograr que entre el camión para sacar la leche o el que trae los concentrados. Pero las inundaciones no sólo impactaron a nivel productivo, también dejaron a familias enteras aisladas, a chicos sin poder ir al colegio y a la mayoría en general sin posibilidad de enfermarse. “Dentro de un mismo partido no todos están en la misma situación. Pehuajó está en su mayoría complicado mientras que Bolívar tiene una gran parte anegada. El epicentro de las inundaciones está en Pehuajó, en Carlos Casares hacia Trenque Lauquen y en Trenque Lauquen hacia Bolívar. Esas zonas están realmente afectadas, sobre todo por el tema de los accesos”, detalla el asesor de tambos Nicolás Capelle.
El nivel de emergencia en los distintos partidos varía de acuerdo a la cantidad de milímetros caídos, a las pendientes, a la cantidad de agua que recibieron de los arroyos cercanos y al momento en que se originaron las lluvias. Mientras que en partidos como Trenque Lauquen, Las Flores, Benito Juárez, Azul, Necochea,Tandil y Bragado terminaron inundados por las últimas precipitaciones de agosto, otros municipios bonaerenses como Carlos Tejedor, Pehuajó, General Viamonte, Rivadavia, Lincoln, 9 de julio, Carlos Casares, Hipólito Yrigoyen, Bolívar y Olavarría venían con complicaciones de anegamiento desde las lluvias de marzo y abril.

El desastre desde adentro Benito Juárez. Ubicado al sur de la provincia de Buenos Aires, cuenta con la mitad de las 500.000 hectáreas bajo el agua. “Hay entre 700 y 800 productores afectados aunque no se puede generalizar el nivel de gravedad”, señala Roberto Botting, productor y representante ante CARBAP de la asociación de productores de este partido bonaerense. “Aunque en algunos casos los caminos están bien, muchos de ellos no han podido llegar a sus tambos, para tratar de mantenerlos, y se evita que pasen los camiones. En otros casos, por la cantidad de agua que cayó hay productores que no pueden llegar de ninguna manera”. Botting destaca que la parte más afectada del partido se encuentra en el oeste y el sur, donde está la zona de cría. “Toda el agua corre hacia el sur y el oeste y sale hacia el Tequén, que es la única salida que hay, para dirigirse a Necochea”, indica. Pero lo que más lo desvela es pensar que las actividades tardarán por lo menos dos años en recuperarse. “En el partido tenemos 400.000 cabezas de ganado de las cuales 190.000 son vacas que están en plena parición. Tenemos entre un quince por ciento de terneros y un diez por ciento de vacas que van a morir por hipocalcemia”, sentencia. “La vaca no está en buen estado, viene castigada desde agosto, está incómoda debido a la poca superficie para acostarse en piso seco y con poco pasto”, agrega Botting.
En Benito Juárez se destinan 180.000 hectáreas a la agricultura. De ese total, proyectan que hay entre un 10 y un 20% de la tierra inundada. “A ese porcentaje hay que sumarle el bajo rendimiento que se obtuvo por la sequía del verano”, refl exiona. El productor bonaerense recordó la inundación del 80 pero aseguró que este escenario es aún peor. “En abril del ochenta vino la gran oleada del agua que arrasó los campos. En una noche llovió 250 milímetros pero al año siguiente nos pudimos recuperar. Este año, en cambio, llegaron a caer 320 milímetros durante todo agosto, mes en el que los campos están bastante pelados y el escurrimiento del agua es mucho más rápido”, detalló.

Carlos Casares. Este partido tiene casi el cien por ciento de las hectáreas inundadas y ya no les quedan caminos para sacar la producción
de leche ni para recibir alimento para los rodeos. Pero a diferencia de la mayoría del resto de los otros partidos afectados, la pesadilla comenzó mucho antes. En los primeros cinco meses del año cayeron 1.000 milímetros, cuando el promedio de todo el año no supera los 850, por lo que las últimas precipitaciones de agosto hicieron que la situación se desbordara. “Salimos de la sequía en la segunda quincena de enero y a partir de ese momento no paró de llover hasta junio y julio, que si bien no llovió, hubo un escurrimiento y un desplazamiento de agua que a veces es peor que la lluvia propiamente dicha, porque en la zona de Casares recibimos agua del lado de Henderson y Pehuajó”, informa Andrea Passerini.
Esta productora del sur de Carlos Casares subraya que en esos dos meses de pausa que dio el clima la situación se siguió complicando. “Uno veía claramente que en los lotes el agua estaba más alta que en el camino, cuando transitaba”. En la actualidad el partido lleva un promedio de lluvias de 1.200 a 1.300 milímetros, cuando la media anual es de 800 milímetros. “Agosto fue un mes con registros históricos
y ahí la situación colapsó. Todas estas zonas perdieron la cosecha fina y como esto comenzó en abril, prácticamente sólo pudimos sembrar un poco de cebada en las lomas. Pero después siembra fina no hubo porque ya en ese momento había una situación importante de anegamiento”, agrega.
Lo situación de aislamiento es tan grave que los productores deben decidir día a día cómo sacar la leche del tambo. “Hasta ayer el camión que viene de la usina sacaba su chasis para que lo tirara el tractor. Y en lugar de sacar la leche una vez por día se fraccionaba en dos o tres tandas”, señala. “Nos estamos organizando con vecinos para tratar de abrir caminos dentro de los tambos. La idea es tener esa alternativa en principio para la gente. Minuto a minuto decidimos cómo vamos a ir sobreviviendo”.

Tapalqué. Germán Paats, presidente de la Sociedad Rural de Tapalqué, revela que de las 420.000 hectáreas que tiene el partido 160.000 están anegadas. “No hemos visto esta cantidad de agua en Tapalqué en inundaciones anteriores”, recalca el productor. Sólo en agosto se registraron 300 milímetros, lo que constituye un nivel récord. “Pero el gran problema no es sólo lo que llovió sino el agua que entró. Nuestra zona es un lugar de paso de Olavarría, de Chávez y de Laprida. Por Tapalqué pasa el Canal Once, el Arroyo Tapalqué, el Arroyo Las Flores y están todos desbordados”, completa Paats. El productor estimó que este evento climático generará pérdidas especialmente debido a la mortandad de 1.500 vacas y de 22.000 terneros y afectará a 11.000 hectáreas de verdeos y a otras 11.000 de pasturas. “Aunque deje de llover mañana no se soluciona el problema. Vamos a tener agua por los siguientes meses porque el agua no se escurre en 24 horas ni en los próximos días. Esto nos indica que esta catástrofe que está viviendo el partido de Tapalqué va a trascender las próximas dos campañas. Vamos a tener grandes pérdidas en las próximas preñeces de la hacienda y tampoco tendremos piso para sembrar la próxima gruesa”, sentencia.
Para Paats, lo que permite que ocurran este tipo de escenarios de emergencia es la improvisación con la que se manejan los gobernantes. “En los últimos años, en el partido se hicieron dos accesos de ingreso nuevos. Uno que no estaba asfaltado y el otro que se repavimentó. Increíblemente eso fue lo primero que se inundó, lo que demuestra el nivel de improvisación con el que se hacen las cosas. Los ingenieros civiles, los estudios de suelo, de caudales de agua se utilizan porque son necesarios. La falta de profesionalismo de nuestros gobernantes es espeluznante”, dispara el dirigente. Hipólito Yrigoyen. Jorge Pereyra es un productor lechero de la localidad de Henderson que enfrenta la emergencia “relativamente bien” gracias a la estrategia implementada. “Tengo diecisiete años de inundaciones, desde 1983 hasta 2004, conozco el discurso oficial y la espera por nada. Esta experiencia hace que hoy esté más preparado que el resto, pero la mayoría está en muy mala situación”, asegura. Pereyra recuerda que en inundaciones anteriores la situación era muy diferente. “En esos tiempos, además de que los tambos eran todos pastoriles y las únicas reservas eran fardos y/o rollo, hubo otros flagelos como la aftosa. Las vacas se nos morían por no comer, tenían la lengua llena de llagas y los pezones se cortaban, se ordeñaban solas. La vaca débil no se preñaba”, detalló. Hoy, en cambio, asegura que el tambero está más preparado. “Lo que no puede resolver es el tema de los corrales. Una vaca en el barro no descansa, se estresa y no come, se contagia de enfermedades en la ubre y en las pezuñas. Todo termina en una caída de producción donde las vacas útiles quedan improductivas. Y como si fuera poco, el personal se agota porque la calidad de trabajo disminuye sustancialmente”, reflexiona.
Pereyra cuenta que es gracias al relieve de lomas que tiene su establecimiento que la situación frente al exceso de lluvia es mucho más manejable, además de contar con tres corrales alternativos. “El sistema es cien por ciento estabulado”, explica. “Hoy estamos constantemente cuidando los accesos al tambo, ya que seguimos pese al agua con tres ordeñes. A pesar de eso, la producción diaria es de 29 litros, seis litros por debajo de la que deberíamos tener en tiempo normal”, acota. El vínculo con la lechería de la familia de Jorge Pereyra data de muchos años atrás. Allá por 1876, su bisabuelo hacía ensayos con una máquina de ordeñar que la misma Sociedad Rural le había mandado para experimentar. “En ese entonces había cremería y guachera. En nuestra fábrica nacieron productos como el Mendicrim, inventado por Osvaldo Mendizábal, cuando estaba realizando una pasantía con nuestra familia”, relata. Acostumbrado a los avatares del clima, este reconocido productor bonaerense insiste en que el problema no se soluciona dejando de pagar los impuestos mientras dure la emergencia. “Los platos rotos se reparan en varios años normales con una renta razonable o el día que alguien entienda que un litro de leche debe valer más que el agua mineralizada. En ese momento habrá más tambos, más fabricas, más leche y más gente trabajando en la actividad”, destaca.
Cómo impactó en el Oeste
La provincia de Buenos Aires aporta aproximadamente el 28% de la producción nacional de leche, de la cual la zona Oeste contribuye con el 60% del total provincial. Una manera de conocer las consecuencias del fenómeno climático sobre la producción provincial es conocer cómo fueron afectados los tambos que pertenecen al movimiento CREA. De acuerdo a un informe del Ing. Agr. Lucas Sierra, coordinador de la RiDZo Lechera (Red de Innovación y Desarrollo de la Zona Oeste de AACREA), la zona tiene 85 tambos CREA que producen 1,12 millones de litros diarios y un promedio de 480 vacas por tambo, aunque el número varía significativamente entre 1.800 a 110 vacas. Su producción explica el
4% del recibo nacional. De las 40.000 hectáreas que se destinan a la lechería en la Zona Oeste de los CREA –incluyendo las vacas en ordeñe, las vacas secas y las recrías–, el 30% tiene problemas severos de agua, o sea que 12.000 hectáreas estarían inundadas. Pero en este dato no están consideradas las tierras destinadas a la agricultura y ganadería, por lo que el número de hectáreas afectadas
es bastante mayor. El 80% de los tambos del Oeste se ubican en las zonas más afectadas como General Villegas y Ameghino (12%), Lincoln (25%), 9 de julio (17%), Pehuajó y Bolívar (26%). “El exceso de agua en los tambos y el movimiento diario de las vacas en los alrededores
de la sala de ordeñe traen aparejada una acumulación de barro, que dependiendo del tipo de suelo y las pendientes hace reducir notablemente el confort de las vacas y esto, a corto plazo, se traducirá en menores producciones”, reflexiona Sierra que también es asesor del CREA Tambero Ameghino-Villegas. “El encierre obligado de las vacas a fin de conservar el recurso pasto y evitar el pisoteo de las pasturas, genera una alta incidencia de enfermedades de ubre, patas y baja calidad de leche”.
Asimismo, para el asesor, el ambiente, la alimentación y las diferentes variables que afectan a las vacas, van a traer aparejados problemas en la reproducción. Otro dato que aporta Sierra para identificar el impacto que generan las inundaciones, es que casi el 50% de los tambos está en suelo con alto potencial productivo. En los CREA del Oeste, el recurso más utilizado es la alfalfa y se estima que hay implantadas unas 20.000 hectáreas. El mayor porcentaje se siembra de forma pura y el resto, combinada con diferentes gramíneas. Además, calculan que se confeccionan unas 6.000 hectáreas de cultivos de maíz y sorgo con destino a silo y se consumen 130.000 toneladas de concentrados por año. “En las zonas más complicadas sólo se podrán sembrar las áreas más elevadas, quedando inutilizadas gran cantidad de hectáreas”, vaticina
Sierra. Este escenario condicionará fuertemente a los tamberos a programar sus reservas para el próximo año. “En la actualidad se están consumiendo a un ritmo mucho más rápido que lo planeado para un año normal”, sentenció. Otro agravante se encuentra en el nivel de las napas. “Resulta sorpresivo e impactante al mismo tiempo verlas tan elevadas a comienzo de septiembre y previo a las lluvias de primavera”, detalla. En este sentido, indica el asesor, la preocupación está en el pronóstico de la llegada del Niño, que aún siendo débil, traerá más lluvias.
Por: Andrea Palombo – Infortambo

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