El manejo de la crisis lechera a nivel nacional y provincial constituye un punto de partida para analizar la evolución y el impacto de las políticas agroindustriales de Cambiemos en este 2016 que ya ingresa en su recta final.
En este último año, la lechería argentina atravesó una tormenta perfecta. La baja de precios internacionales, sumado al clima adverso y un precio de leche en tranquera que está muy debajo de los costos de producción, se refleja en miles de tambos que cierran tanto en la provincia de Buenos Aires como en el resto de las cuencas lecheras argentinas. ¿Cuáles fueron las políticas puntuales que se aplicaron en el transcurso de 2016, con la peor crisis histórica del sector como telón de fondo?
Desde la subsecretaría de Lechería del ministerio de Agroindustria nacional, encabezada por Alejandro Sanmartino, el diagnóstico que se hizo de esta crisis fue incorrecto, y a la hora de la verdad, las fallas son evidentes. A principios de año, la cartera agropecuaria nacional anunció subsidios de 50 centavos por litro de leche producida y créditos a tasa blanda para el sector, que en definitiva se licuaron y los terminó absorbiendo la industria lechera, uno de los grandes ganadores junto a las cadenas de supermercados.
En este punto, y pese a los múltiples anuncios por parte del ministro de Agroindustria de la Nación, Ricardo Buryaile, la realidad es que nunca se pudo articular que el ministerio de la Producción, conducido por Francisco Cabrera, tenga un principio de diálogo con el eslabón comercial.
En complemento a estas medidas, el manejo político de esta crisis consistió básicamente en múltiples reuniones con las entidades que representan a los productores, que más allá de sus buenas intenciones no aportaron soluciones concretas.
Ajustando el zoom a la provincia de Buenos Aires, la situación de los tamberos varía de acuerdo a su región productiva. En el caso de los establecimientos de la cuenca Oeste, se encuentran en general en una situación algunos peldaños por encima en comparación por ejemplo a las cuencas Mar y Sierras o Abasto.
En contrapartida, a la hora de diagramar políticas estatales, la provincia de Buenos Aires apuesta a una recomposición lenta pero sostenida de esta problemática, y el punto de partida es recomponer información estadística para conocer a fondo el terreno que pisan. En esta instancia, la situación es bien diferente con las dos principales provincias productoras, Córdoba y Santa Fe, que gracias a su continuidad política en las gestiones provinciales cuentan con más información.
De esta manera, la labor del director provincial de Lechería de Buenos Aires, Juan Linari, se desmarca y mucho de la gestión de la subsecretaria nacional de esta área. Sin anuncios estridentes, la gestión bonaerense está construyendo un mapeo de la provincia, para recuperar el rol de fiscalización y control, y relevar en la medida de lo posible el grado de informalidad tambera. De esta manera, y con estilos y formas bien diferenciadas, las carteras agrícolas de Nación y Buenos Aires buscan hacer frente a la crisis estructural de un sector que aspira a conseguir algo de aire para recomponer sus márgenes de rentabilidad y producción.
Fuente: Realpolitik