Diez años pasaron desde que SanCor, la mayor láctea del país, estuvo a punto de pasar a manos del multimillonario financista George Soros. Corría 2006 y eso no sucedió porque Néstor Kirchner y Hugo Chávez tenían por entonces mucho dinero y poder: Venezuela inyectó en la empresa 86 millones de dólares y la operación se deshizo. Los efectos de aquel salvataje, sin embargo, ya se esfumaron: la cooperativa registró una pérdida récord de $ 1.527 millones y el fantasma de una venta vuelve a sobrevolar sobre la nave insignia de la lechería argentina.
Con ese telón de fondo, el martes de la semana pasada directivos de SanCor se reunieron con mucha discreción con el vicejefe de Gabinete, Gustavo Lopetegui, una de las principales espadas empresarias de Mauricio Macri, y con el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó. Uno de los gestores de esa reunión fue el ex titular de Federación Agraria, Eduardo Buzzi. “Vinieron a pedir ayuda”, reveló una fuente oficial. “No hubo nada de ayudas especiales para la cooperativa”, replicó un vocero de SanCor, que contó que en esa reunión se analizó “la marcha y necesidades del sector”.
Lo real es que SanCor no escapa a las generales de la crisis de la lechería y los números que surgen de su último balance -cerrado el jueves pasado- así lo confirman. Como los tamberos, la cooperativa declaró haber perdido 1,56 pesos por litro de leche procesada, redondeando un resultado negativo de $ 1.527 millones en solo nueve meses. Es el peor de su historiaysuperó en 316% la pérdida declarada enigual lapso del ejercicio anterior, de 367 millones. Desde 2012, en realidad, que la cooperativa no arroja ganancias. Y en este contexto, como ya sucedió en diciembre, la última semana levolvieron a rebotar cheques por un suma total de $ 53 millones.
El dato más preocupante de su último balance es que el índice de solvencia (patrimonio neto/pasivo total), cerró por primera vez en terreno negativo. Las razones son varias: se citan el desplome de los precios internacionales, la sobreoferta del mercado interno, una pesada deuda de arrastre, el retraso cambiario y la suba de costos internos. Pero hay algo más de fondo, ya que en el caso de Mastellone, la fabricante de la marca La Serenísima, las pérdidas en igual periodo siguen siendo elevadas (de $ 140 millones) pero se redujeron 23%. Una diferencia entre ambas es que mientras SanCor intentó mantener los precios pagados al productor, Mastellone no tuvo empacho en bajarlos.
“El problema histórico de SanCor es que nunca se hicieron las reformas de fondo que se habían prometido”, evaluó un dirigente lechero, que supo pertenecer a la enorme cooperativa fundada en 1938. Desde esta mirada, nunca se encaró un ajuste estructural para modernizar la estructura de negocios. Así, no solo se consumieron los dólares aportados por el chavismo sino también los US$ 150 millones obtenidos por la venta del negocio de sus leches infantiles a Mead Johnson Nutrition, en 2012.
En este contexto, vuelve a sonar fuerte la posibilidad de que la cooperativa deba desprenderse de otro sector rentable de su estructura (el más apetecible es la fabricación de yogures y postres), o algún otro esquema de capitalización, incluso desde alguno de sus principales acreedores.
Fuente: Ieco Clarin – Por: Matias Longoni