La situación de la cadena láctea en el primer semestre por Aníbal Schaller

Compartimos una puesta al día del análisis de las principales variables de la oferta y la demanda del mercado lácteo. Las profundas transformaciones en el escenario macroeconómico tras el cambio de signo político del gobierno nacional en diciembre de 2015 y sus efectos positivos y negativos sobre distintos factores que impactan en los sectores productivos justifican una actualización del panorama de la cadena durante el particular semestre que acaba de cerrar.

Algunas cuestiones metodológicas: en la versión anterior de este análisis (ver Revista Industria Lechera dic15. “Un vistazo por la coyuntura de la cadena láctea”) se mencionaba que “la ausencia casi absoluta de estadísticas oficiales que ausculten la marcha del sector, salvo las referidas a comercio exterior y precios, sumada a la escasa confiabilidad de las disponibles, nos obligan a recurrir en varios casos a fuentes alternativas, propias del CIL y de otros organismos privados”. Sólo seis meses más tarde debe reconocerse que la reconstrucción del sistema estadístico encarado por el nuevo equipo a cargo de la Subsecretaría de Lechería es un hecho auspicioso para todos los protagonistas de la cadena, ya que pone a disposición casi en tiempo real una profusión de datos e información de gran valor para realizar un correcto monitoreo de la marcha del sector.

Al momento de preparar esta nota, la información oficial disponible de Producción y Existencias abarcaba el período enero-abril de 2016, razón por la cual se debió recurrir a algunas estimaciones oficiales y privadas para completar la serie del primer semestre. En consecuencia, en la confección del balance lácteo que se presenta más adelante se utilizaron las siguientes fuentes de información:

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La variable más importantes por el lado de la demanda agregada, el consumo doméstico, surge del siguiente cálculo: (Exi Inic.+ Producción + Impo) – (Expo+Exi Finales).

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* Comparación de las medias diarias a tambo constante. ** Promedio ponderado = total US$ FOB / total ton. *** Niveles por habitante. Promedio móvil centrado de 3 meses. **** En términos estrictos, salvo en el caso del correspondiente a la leche cruda, en el resto de los casos no se trata de “precios”, sino de “Valores por Litro Equivalente”, ya que incluyen la ponderación de los ingresos extra obtenidos por cada litro de leche ensachetada (por dar un ejemplo), derivados de su producto conexo crema (como es la crema envasada y la manteca). En consecuencia el VLE suele ser mayor al precio del litro en góndola. Datos provisorios.

Balance Lácteo. Oferta y Demanda

Un primer análisis del Balance Lácteo del período enero-junio permite extraer las siguientes conclusiones:
A nivel general, se observa una reducción de la brecha entre la oferta y la demanda agregada respecto de la registrada en los primeros seis meses de 2015, que se expresa en un stock remanente que en junio del corriente año se ubica un 10% por debajo del mismo mes del ciclo anterior;
Desagregando por factor, por el lado de la oferta lo más destacado fue la merma cercana al 14% en la producción -su principal componente- sólo parcialmente compensada por niveles de stocks 5% mayores que los de enero 2015. Como resultado, la oferta agregada del primer semestre de 2016 fue 11% inferior a la de igual lapso del año previo;
En cuanto a la demanda agregada, la caída fue de la misma magnitud que la observada en la oferta agregada y si bien exhibió números en rojo en sus dos componentes, la merma de las exportaciones casi triplicó a la registrada por el consumo interno (21,5% vs. 8,5%). Expresada en litros equivalentes, la reducción interanual acumulada en el primer semestre -de casi 600 millones de litros- se explica en un 40% por la disminución de las ventas externas y en un 60% por el menor consumo. En consecuencia, la composición mercado interno/exportación pasó de 80/20 en el primer semestre de 2015 a un 83/17 en el corriente.

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En las próximas líneas estudiaremos la evolución detallada de cada uno de los principales componente de la oferta y demanda agregada, a fin de comprender mejor la particular dinámica que ha caracterizado a este 2016.

Producción:
En los primeros seis meses de 2016 la producción acumulada de materia prima fue 14% inferior a la registrada en igual período del año anterior. Si el análisis se descompone por trimestre, se detecta que si bien ambos fueron negativos, la magnitud de la caída del período abril-junio casi duplicó a la registrada en el lapso enero-marzo (-18% vs. -10%). Este comportamiento se explica por la combinación de al menos dos factores: el impacto devastador e inusulamente extendido geográficamente que tuvieron las inundaciones de abril de este año sobre la mayoría de las cuencas lecheras y la comparación interanual con una base mayo-junio 2015 que cabe recordar fue un bimestre de sorprendente recuperación estacional tras los excesos hídricos registrados en aquella ocasión en febrero-marzo y más localizados en la Cuenca Central de Santa Fe y Córdoba.
De acuerdo a las proyecciones de las empresas socias del CIL, se espera que las mermas interanuales se vayan desacelerando progresivamente hacia fin de año y el ciclo 2016 cierre con una disminución de entre un 10 y un 12%, equiparable a la observada tras la crisis de 2001/2002.

 

Consumo:

A la luz de la nueva información oficial disponible (fundamentalmente de producción y existencias) es posible reconstruir con cierta precisión una serie de consumo doméstico y hacer un repaso de la marcha de esta variable clave en los últimos tiempos.

Debemos recordar que 2015 cerró con un repunte del consumo por habitante del 8% frente al año anterior. Las subas interanuales en cada mes, que llegaron incluso a los dos dígitos entre julio y octubre, comenzaron a moderarse durante el último bimestre preanunciando el agotamiento que se transformaría en retracción a partir del primer mes del corriente.

La fuerte recuperación ocurrida durante 2015 debe entenderse en el contexto de una virtual desaparición de alternativas rentables de colocación externa de los grandes exportadores, la consecuente acumulación de stocks difíciles de ubicar y financiar, y finalmente a la saturación de productos en el mercado doméstico, lo que obviamente derivó en agresivas políticas de bonificaciones y bajas de precio, aisladas en un principio y cada vez más generalizadas a medida que transcurría el proceso. Por el lado de la demanda, las subas estuvieron en línea con la recomposición de la capacidad adquisitiva de los consumidores, por la vía de los aumentos salariales que comenzaron a operar alrededor de mediados de año, tras la aplicación efectiva de las pautas de aumento acordadas en las paritarias de los principales gremios.

Desde enero de 2016 el consumo registró caídas interanuales, cada vez mayores a medida que avanzaba el año, que tocaron un “piso” de dos dígitos en abril y mayo, en los que se conjugaron una drástica reducción de la oferta como consecuencia de las inundaciones en las principales cuencas lecheras y una combinación -habitual para la época, pero amplificada por el fenómeno mencionado- de “salarios viejos” con “precios nuevos” (ver gráfico 4).

En un análisis preliminar que no pretende agotar el tema, puede concluirse que, especialmente en el primer semestre del corriente, la curva de ventas de lácteos parece haber “copiado” mejor la marcha de la oferta de leche cruda que lo que lo hizo con el poder adquisitivo (el cociente de los índices de salarios registrados y el IPC Nivel General). En términos numéricos, los pares de correlaciones1 para el período enero 2015-junio 2016 confirman esta primera impresión visual: el coeficiente de correlación ventas-poder adquisitivo arroja un valor de +0.37, mientras que el par ventas-producción primaria da +0.70. Esta comprobación, que no resulta novedosa al estudiar la evolución de la demanda doméstica de lácteos en nuestro país, abre un panorama de moderado optimismo respecto de una mayor recuperación de los volúmenes de ventas en el corto plazo, si se considera el habitual repunte estacional de la oferta de leche que se espera se consolide entre julio y septiembre u octubre venideros.

 

Según nuestros primeros cálculos provisorios, podría afirmarse que concluído el primer semestre de este año el consumo total exhibió un deterioro del 8,5% frente al mismo lapso de 2015 (ajustado por el crecimiento poblacional la caída sería de algo más del 9%). A partir de este punto las expectativas están centradas en la consolidación de la tenue recuperación insinuada en junio –en el que la caída se recortó a la mitad respecto del bimestre previo- habida cuenta del pago del medio aguinaldo (concretado en julio) y al esperado incremento del poder adquisitivo en amplios sectores sociales, resultante no sólo de las recomposiciones salariales negociadas en las últimas paritarias, sino también de la desaceleración de los índices inflacionarios que ya mostró datos concretos en julio, así como de la entrada en vigencia de una batería de medidas económicas que significarán “poner en la calle” durante el segundo semestre una masa de dinero muy superior a la de la primera mitad del año. Entre otras, se pueden enumerar:

• Desde el 1 de septiembre, el segundo aumento anual (del orden del 14%) establecido por la ley de movilidad jubilatoria, que también alcanza a pensionados y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo.

• También a partir de septiembre, el inicio de los pagos de la ley de Reparación Histórica para los jubilados (más allá de los aumentos retroactivos, la actualización de los haberes siguiendo el fallo de la Corte Suprema significará para unos 2,5 millones de jubilados una recomposición inmediata de entre el 35% y 45%).

• La aplicación efectiva del régimen de reintegro a jubilados y beneficiarios de planes sociales de una proporción del Impuesto al Valor Agregado (IVA) por compras de productos de consumo masivo en comercios minoristas.

Como expresáramos al comienzo de la nota, el consumo interno es la única variable que surge como resultado de una fórmula en la que intervienen los demás componentes del balance. En consecuencia, su cuantía puede verse influenciada por los sesgos que introducen las estimaciones de la producción y de las existencias, teniendo en cuenta de que ellas a su vez se obtienen a partir de distintas muestras de empresas, que exhiben un comportamiento que no necesariamente representan exactamente al de la población en su conjunto.

En esta lógica, resulta oportuno complementar el análisis de esta variable tan significativa del mercado lácteo, a través del estudio de otras variables relacionadas y apelando a fuentes alternativas de información que permitan poner a prueba las tendencias ya comentadas.

Una posibilidad concreta es analizar los volúmenes de ventas en el mercado interno (en el conjunto de los canales comerciales, no sólo en los supermercados) de un grupo de empresas líderes que mensualmente reportan al CIL. Este parámetro podría interpretarse como una aproximación verosímil, a nivel de una empresa individual, de lo que a nivel general constituiría el consumo interno, una variable muy difícil de medir a ciencia cierta y en períodos cortos.

Para brindar una idea de la magnitud de la muestra de industrias seleccionadas basta consignar que se estima que las 10 firmas realizaron ventas consolidadas promedio para el primer semestre del orden de los 5.000 millones de pesos mensuales, monto que duplica a los relevados por el INDEC en su Encuesta de Supermercados, que monitorea las ventas –entre otros productos de lácteos- de unas 60 empresas comercializadoras distribuidas en todo el territorio nacional.

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Del análisis de esta información surge que tras un primer mes flojo, desde febrero y hasta diciembre 2015 inclusive, y salvo raras excepciones, las ventas arrojaron variaciones interanuales positivas, para cerrar el acumulado anual con una suba frente a 2014 cercana al 2% en toneladas y al 4% si se expresa en litros equivalentes.

El 2016 se inició con una marcada desaceleración de las ventas. Si bien durante los dos o tres primeros meses los cambios interanuales se mantuvieron en positivo, fueron muy moderados en comparación a los observados en los meses previos y a partir de marzo (en litros) o abril (en toneladas) los guarismos cambiaron drásticamente de signo. Al evaluar por separado los dos primeros trimestres del corriente, se detecta que en el período enero-marzo las ventas en toneladas aumentaron un 3%, mientras en el acumulado abril-junio se observó una caída del 6%. Como resultado, el primer semestre arrojó una baja interanual de casi el 2% en toneladas (que se eleva al -7% si se expresa en litros equivalentes).

Como suele suceder, los promedios generales del mix total de productos suelen ocultar importantes diferencias en la performance de cada uno de los rubros que lo integran: muy pocas excepciones lograron escapar de la fuerte tendencia bajista que caracterizó al primer semestre. Entre los productos de mayor importancia, se destacan sin embargo, fuertes mermas en leches en polvo, quesos semiduros, duros y manteca y crema, que contrastan con el mantenimiento de las ventas o muy leves reducciones en leches fluidas, quesos blandos, yogures.

Entre las leches líquidas, el aparente estancamiento de la categoría a la luz de estas cifras enmascara un reacomodamiento interno: las versiones “de corta y media vida” vieron reducir sus ventas 7%, mientras las “larga vida” crecieron un 12%. Como resultado, la relación de ventas entre ambas, que en enero-junio 2015 fue 62/38, respectivamente, mutó a un 57/43 durante 2016.

Exportaciones:

Según cifras oficiales provisorias, entre enero y junio de 2016 se embarcaron 143.000 toneladas, que representaron ingresos por U$S 378 millones FOB. Estos guarismos representaron mermas del 9% en volumen y del 35% en valor, respecto de igual acumulado del año precedente.

El precio implícito promedio en los primeros seis meses de 2016 fue U$S 2.850 por cada tonelada de producto, 22% inferior a la media del mismo lapso de 2015.

Pocos ítems lograron escapar a las mermas generalizadas a nivel de los distintos productos, y entre los más representativos sólo se destacaron los aumentos en sueros (+4% interanual) y en quesos blandos (fundamentalmente por aquí se registras las salidas de la muzzarella) cuyos volúmenes aumentaron un 50%. En los demás segmentos destacados se dieron caídas en volumen del orden del 11% en leche en polvo entera, del 12% en su versión descremada, del 15% en quesos semiduros, 60% en leches modificadas y 51% en manteca.

Entre los destinos, el hecho más destacable es la desconcentración de las ventas en los dos principales países. En el acumulado ene-jun. 2016 Brasil y Argelia acapararon el 44% del volumen, mientras que el año anterior los dos líderes (Venezuela y Brasil) se llevaron el 48%. El cambio se entiende al analizar los desempeños individuales de los tres primeros destinos: en un contexto de baja del 9% en el volumen para el conjunto de los 72 destinos, Brasil y Argelia aumentaron sus compras 25% y 15% interanual, respectivamente, mientras que los problemas económicos internos de Venezuela hicieron desplomar sus importaciones desde Argentina un impresionante 64%.

Stocks:

Por segundo año consecutivo, 2016 comenzó con niveles inusuales de existencias, superiores aún a los registrados en enero del ciclo previo. Desde octubre de 2015 y hasta febrero del corriente los stocks finales superaron todos los meses los 1.000 millones de litros, o dicho de otra forma, un equivalente a más de 30 días de producción de leche, diez días por encima de los niveles promedio del último quinquenio.

El fenómeno se explicó por la combinación de un mercado internacional que exhibía un profundo y persistente deterioro y una demanda doméstica que en el último bimestre de 2015 comenzó a manifestar sus primeros síntomas de agotamiento.

Entre marzo y junio se produjo una rápida reducción de las existencias de alrededor de 400 millones de litros, fundamentalmente explicada por la drástica caída de la producción de leche que ya comentáramos.

Ante la escasez de materia prima, muchas industrias debieron recurrir incluso a la utilización de leche en polvo en stock para la elaboración de productos finales. Como consecuencia de este proceso, las existencias finales del mes de junio 2016 resultaron 10% inferiores a las de igual mes del año anterior y 30% menores que las correspondientes a diciembre de 2015.

En un detalle por rubro, entre dic’15 y jun’16 las mermas más significativas en términos de litros equivalentes se observaron en leche en polvo descremada (-60%), entera (-23%), quesos duros (-30%), semiduros (-13%) y leches larga vida (-40%).

 

Valor por Litro Equivalente (VLE) – Precios

Gran parte de la información utilizada en este apartado proviene del “Observatorio de la Cadena Láctea Argentina, del Instituto Argentino de Profesores Universitarios de Costos (I.A.P.U.Co.), a cargo de su Dirección de Estudios de Costos Mesoeconómicos (D.E.Co.M.). La entidad genera -entre otras salidas- la referida a la integración del “valor por litro equivalente” (en adelante VLE) de la leche. A partir de la idea de que el precio que paga un comprador expresa -de algún modo- el “valor” reconocido del bien que adquiere, el concepto de VLE pretende exteriorizar el que le corresponde al “litro de leche cruda” en las diferentes etapas que lo convierten en un bien final de consumo.

Las instancias en las que el IAPUCo practica sus mediciones de precios son:

– Tranquera de productor,

– Planchada de industria,

– Consumidor final sin impuestos al consumo,

– Consumidor final (con impuestos al consumo).

Dado que, excepto el que corresponde al de “tranquera productor”, los precios están referidos a unidades de productos diversos (quesos, leches fluidas, polvo, dulce, yogures, etc.) pero no en “litros de leche cruda”, el VLE traduce dichos precios en términos de los litros de leche empleados en su elaboración. Es muy importante dejar en claro que conceptualmente VLE no es sinónimo de precio, ya que al valor que en cada punto de la cadena se obtiene por el producto genérico (principal) se le adiciona la proporción correspondiente de los ingresos extra obtenidos por cada litro de leche cruda destinado a su elaboración, provenientes de los productos conexos (derivados, ya sea crema o suero). Por este motivo, por ejemplo, el VLE de la leche larga vida a nivel minorista suele ser algo mayor que el precio del litro en góndola. Hecha esta aclaración y dado que el objetivo de este documento es estudiar los movimientos relativos, de aquí en adelante y por una cuestión práctica, se utilizará indistintamente la expresión VLE o precio.

Debe consignarse que en todos los casos los datos incluyen los productos comercializados tanto en el mercado interno como en el externo. La captura de datos relacionados con los precios de los productos la realiza el IAPUCo en forma directa en diversos puntos del país.

Salvo excepciones que se indiquen oportunamente, el análisis se realizará a nivel del “Total Sistema”, que refiere a la ponderación empleada para unificar los VLE de los diferentes productos en una única expresión que los contenga. La misma se realiza sobre la base del “mix” estimado del destino del total de los litros producidos y procesados. En cuanto a los mercados geográficos, el modelo considera el sesgo exportador promedio nacional, que ronda el 80% mercado interno y el 20% exportación.

 

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La observación del cuadro 4 y el gráfico 9 nos permite sacar las siguientes conclusiones:

En la comparación interanual para el mes de junio se observa que en 2016 los mayores aumentos se dieron a nivel del precio final neto de impuestos y el precio final al consumidor que aumentaron alrededor de 35%, cinco puntos más que el repunte observado en los precios que recibe el eslabón industrial y la producción. Como resultado, la participación de este último actor respecto del precio final en góndola se redujo 1,3 puntos porcentuales frente al mismo mes del año anterior y la de la industria lo hizo 0,7 puntos. El 75% de los dos puntos porcentuales que cedieron los dos actores “genuinos” de la cadena engrosaron la porción del Comercio y el resto se lo llevaron los Impuestos sobre las ventas (Estado).

 

Si, en cambio, se evalúa la evolución entre diciembre de 2015 (devaluación) y junio último, todos los segmentos arrojan fuertes subas, aunque de magnitud muy distinta según el punto de la cadena que se considere. Mientras la suba a nivel de tranquera alcanzó un 60%, la observada en planchada de fábrica resultó de la mitad de dicho valor (+31%) y llegó al 27% en el segmento consumidor. El proceso de recomposición de precios al productor que se había iniciado en el primer mes de este año, tras la firma del Acuerdo de Venado Tuerto, se aceleró en abril-mayo (con subas de +16% y +18%, respectivamente), como consecuencia de la fuerte caída de la oferta producto de las inundaciones. Las principales industrias decidieron dar una clara señal para sostener o al menos atenuar la merma de la producción, pagando aún por encima de sus posibilidades, y luego intentaron trasladar esa suba “aguas abajo” en la medida que el mercado lo permitiera (en los mismo meses, los aumentos “en planchada” fueron 6,5% y 11%).

Como consecuencia de esa evolución dispar, la participación relativa de la producción respecto del precio final en góndola subió 5,6 puntos porcentuales, mayoritariamente a expensas de la merma en la porción de la industria que se redujo 4,4 puntos y en menor medida de la correspondiente al Comercio que sufrió una baja de 1,3 puntos.

 

Entrando en el detalle de la formación del precio en “planchada de fábrica” (gráfico 10) en función de los dos mercados geográficos alternativos, el interno y el externo, se observa que desde diciembre 2015 hasta junio del corriente el promedio ponderado de ambos segmentos tuvo un repunte del 31%, pero explicado casi exclusivamente por la recuperación de los precios domésticos (que subieron un 36%) y sólo de manera marginal por los valores de exportación (que mejoraron apenas 1% en dicho lapso).

En un análisis detallado por producto genérico se observa que los aumentos –que en promedio para el mix fueron del 31% entre diciembre 2015 y junio último- fluctuaron entre mínimos en leche en polvo, yogures y dulce de leche (+6, +9 y +14%, respectivamente) y máximos en leche larga vida y quesos (+48 y +53%, respectivamente), con valores intermedios para la leche en sachet (+22%). Debe recordarse que las mayores alzas se dieron justamente en los dos rubros cuyos precios se habían mantenido prácticamente sin cambios durante todo el 2015, e incluso habían bajado en términos nominales entre diciembre de 2014 y el mismo mes del año pasado, acumulando así un fuerte retraso respecto de la evolución de la mayoría de los componentes del costo industrial.
Además del “reparto de la torta” dentro de la cadena, tema sobre el que nos hemos extendido en los párrafos anteriores, otro de los tópicos que se ha instalado en los últimos meses en la discusión entre los mismos actores e incluso en la opinión pública tiene relación con aquel y es el papel del eslabón comercial en el proceso de formación de los precios de los lácteos. Sobre la base de la misma información publicada por el IAPUCo, es interesante dedicar unas líneas a analizar la interfaz entre la industria y el comercio.

La variable que utilizaremos es una aproximación al margen de comercialización (markup), calculado en este caso como un número índice que surge del cociente entre el VLE a nivel del Comercio (sin impuestos) y el VLE en planchada de Industria. Así, un índice de 1,5 es equivalente a un margen de comercialización del 50%. Es importante aclarar que, como explica el mismo IAPUCo, ni en este caso ni en ninguno de los eslabones de la cadena, los guarismos, ratios o las participaciones relativas a las que se ha hecho referencia deben interpretarse como renta o beneficio, toda vez que no están computados los costos necesarios para desarrollar las actividades de cada segmento. No obstante, los índices comentados aquí resultan una medida orientadora al menos de algunos cambios de tendencias en el tiempo.

En el gráfico 11 se puede observar que, como consecuencia de la creciente presión de sobreoferta en el mercado doméstico, entre mediados de 2015 y enero de 2016 el índice de marcación promedio para el mix de productos (Total Sistema) aumentó 20 puntos porcentuales (pasó de 1,46 a 1,66 o dicho de otro modo de 46% a 66%). Desde entonces, y debido al enfriamiento del consumo que más tarde se combinó con la drástica reducción de la producción de leche por efecto de las inundaciones, y que conllevó a una rápida caída de los stocks acumulados, el markup se ajustó rápidamente a valores en torno de 1,5 en junio, levemente superior al de 12 meses antes.

 

A nivel de detalle por producto genérico, cabe destacar que en enero de este año varios de los rubros superaron el promedio de 66% que arrojó el mix del sistema: las marcaciones tocaron picos de 143% en leches larga vida, 75% en quesos y 70% en leches en sachet y yogures. En junio ppdo. los valores ya habían descendido a 62%, 53% y alrededor de 50%, respectivamente. No obstante estos últimos ajustes, resulta evidente que dada la actual relación de fuerzas industria-comercio en la Argentina los márgenes continúan siendo exorbitantes para las características del negocio, en comparación con cualquier otro país del mundo, y en un momento de crisis de los eslabones primario e industrial como el que transitamos hace unos meses el comportamiento de los actores de la comercialización resulta por lo menos injustificable.

Finalmente, con respecto a los precios minoristas, vale la pena detenerse a analizar su evolución comparativa reciente, para entender algunos comportamientos y reacomodamientos que se han producido en los últimos meses.
Según datos del IPC BA del Gob. de la Ciudad de Buenos Aires, los precios al consumidor de los productos lácteos experimentaron en lo que va de 2016 (hasta junio) una suba cercana al 24%, cinco puntos porcentuales menor que la registrada por el índice a Nivel General y muy similar a la del promedio del Grupo “Alimentos y Bebidas”. Dentro de este último, los lácteos han sido superados por los incrementos en Bebidas alcohólica, Aceites y grasas, Pescados y mariscos y Verduras.
El encarecimiento de los lácteos debe ponerse en contexto habida cuenta de dos hechos relevantes: en primer lugar el retraso que acumularon durante todo 2015 (entre dic14 y dic 15 subieron sólo un 11% frente a una inflación general del 27%), y en segundo término la dramática reducción de la oferta de leche registrada desde abril del corriente como consecuencia de las inundaciones.

Gráfico 12

Fuente: CIL sobre la base de datos del IPCBA del Gob. de la Ciudad de Bs. As.

Fuentes consultadas: Min. de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca. Subsecretaría de Lechería. Estadísticas varias.
http://www.agroindustria.gob.ar/sitio/areas/ss_lecheria INDEC. Dirección Nacional de Estadísticas del Sector Externo. Depto. de Análisis y Sistemas de Difusión. Estadísticas de exportaciones de lácteos. Min. de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, SSPyEL, Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial. Encuesta de indicadores laborales. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Banco de datos. Índice de Precios al Consumidor IPCBA. Indices de precios según principales aperturas y precios medios de Bienes y Servicios. http://www.estadisticaciudad.gob.ar/eyc/?p=28446 Instituto Argentino de Profesores Universitarios en Costos (IAPUCo). Dirección de Estudios de Costos Mesoeconómicos (D.E.Co.M.). Observatorio de la Cadena Láctea Argentina. “Valor por litro equivalente” y “Valor por litro equivalente apertura por productos genéricos” . http://www.iapuco.org.ar/decom2 Instituto Argentino de Profesores Universitarios en Costos (IAPUCo). Dirección de Estudios de Costos Mesoeconómicos (D.E.Co.M.). Observatorio de la Cadena Láctea Argentina. “Valor por litro equivalente según mercados”. No publicado. Centro de la Industria Lechera (CIL).

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